Antecedentes CEDS

Antecedentes

El Estatuto Orgánico de la Universidad Técnica Nacional (2010, p. 3) establece en el artículo 5 como uno de sus fines “crear, conservar,  transformar  y  transmitir  el conocimiento  en  el  marco  de  un  esfuerzo  sostenido,  orientado  al  mejoramiento integral  de  la sociedad  costarricense,  al fortalecimiento  de  su  eficiencia,  su equidad, su sostenibilidad y su democracia”.

Derivado de lo anterior el Consejo Universitario crea el 19 de junio del 2015,  el Centro de Estudios sobre Desarrollo Sostenible (CEDS) como una instancia adscrita a la Rectoría. Posteriormente, a partir del acuerdo 4-27-2020 de la sesión ordinaria N˚27 del Consejo realizado el 20 de noviembre del 2020, se estipula lo siguiente:

  • Se modifica el Reglamento Orgánico de la UTN para trasladar el Centro de Estudios sobre Desarrollo Sostenible de la Rectoría a la Vicerrectoría de Investigación y Transferencia.
  • Se deja sin efecto el acuerdo V del acta 34-2012 de la sesión ordinaria 34 del Consejo Universitario de la UTN, que aprobaba la propuesta de creación del Programa de Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible (PROGADS), ya que la naturaleza sus las acciones y funciones serán absorbidas por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Sostenible.

Justificación

El problema

El problema se define como aquella situación, fenómeno o segmento de la realidad que se debe atender, y por el cual el CEDS debe preocuparse y ocuparse para que su accionar genere un cambio positivo.

En este sentido dentro de los elementos que se consideraron a la hora de definir el problema, se resumen los siguientes:

  • Las dimensiones del desarrollo se encuentran disociadas. Es decir, la baja eficiencia económica, alta desigualdad social y degradación ambiental imposibilitan la equidad, igualdad y justicia social, la protección de los bienes y servicios ecosistémicos y el desarrollo económico.
  • La matriz energética, la de producción (incluyendo el espacio terrestre o marítimo) y la de consumo presentan un enfoque de producción lineal y no circular.
  • Las contradicciones físicas actuales, en las que se basa la economía, entorpecen el rol de la biosfera y el bienestar humano. En este sentido los flujos de materia y de energía se consideran infinitos e ilimitados, irrespetando así las capacidades de carga de los ecosistemas y las dinámicas sociales que los sostienen.
  • La falta de visión estratégica, intergeneracional y de largo plazo, provoca una externalización de impactos negativos, y en muchos casos una internalización de impactos positivos.
  • La visión antropocéntrica e incluso capitalocéntrica, y no biocéntrica, deja de lado el amplio entramado de relaciones que existen entre las especies, los recursos naturales y las dimensiones, generando inestabilidades en el sistema.

Teniendo estos elementos de base, el problema central sobre el cual trabajará el CEDS se ha identificado como:

“La incompatibilidad del actual modelo de desarrollo con la viabilidad ambiental y la equidad social”

El cambio deseado

A partir del problema central y considerando los elementos que lo componen, el cambio deseado se define de la siguiente forma:

“Propiciar un modelo de desarrollo que sea ecológicamente sostenible, socialmente justo y económicamente viable”

Con este problema y cambio deseado de base, se logra aclarar que el constructo sobre el cual acciona el CEDS es el Desarrollo Sostenible.

Concepto de desarrollo sostenible

De cara a las múltiples definiciones del desarrollo sostenible, el CEDS decide adoptar, como marco referencial, el concepto de Brundtland (1987), que de forma sintética logra contemplar todas las anteriores visiones bajo un concepto multidimensional de desarrollo que, además, es ampliamente aceptado a nivel internacional, facilitando con esto la compresión de los actores y sectores vinculados. Según este informe, se entiende como desarrollo sostenible a aquel que:

“Satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Informe Brundtland, 1987).

La comprensión de este concepto debe entenderse desde la multidimensionalidad que lo compone y que es indisociable a su verdadero funcionamiento, por lo que se explica además el enfoque multidimensional en el que se basa el CEDS. 

Tridimensionalidad indisociable del desarrollo sostenible

Tal y como se aclara en la descripción del problema, el actual modelo de desarrollo presenta una incompatibilidad entre el crecimiento económico, el bienestar del ambiente y la justicia social. Contemplando lo anterior, el CEDS basa la comprensión del concepto de desarrollo sostenible en el balance indisociable entre las dimensiones: ambiental, económica y social (Figura 1). Esta visión permite una sociedad equitativa, un medio ambiente vivible y una economía viable, que en conjunto logran atender las necesidades humanas fundamentales.

Fuente: Geannina Sanchez, CFPTE, 2022.

Concepto de necesidades humanas fundamentales

El concepto de necesidades humanas fundamentales utilizado por el CEDS incluye tanto las básicas que afectan la supervivencia del individuo, como otras necesidades más existenciales que lo definen. Según Max-Neef et al. (1986), las necesidades humanas fundamentales surgen de la interrelación entre nueve categorías axiológicas (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, ocio, creación, identidad, y libertad) y cuatro categorías existenciales (ser, tener, hacer y estar), para un total de 36 dimensiones.

Bajo este entendido, Max-Neef et al. (1986) concluye que, las necesidades humanas fundamentales tienen cuatro características:

  • Se refieren a las personas y no a los objetos. 
  • Son pocas, finitas y bien clasificables.
  • Son constantes a través de todos los tiempos y culturas.
  • No obedecen a jerarquías.

Utilizando este marco conceptual de base, el CEDS concuerda con que las relaciones entre necesidades y la fuente de sus satisfactores no es constante y puede cambiar dependiendo de las circunstancias, cultura, lugar y tiempo, reformulando con esto el concepto de pobreza.

Este enfoque, que asocia la atención de necesidades con el concepto de desarrollo, va por tanto, más allá de la racionalidad económica que distingue al concepto de desarrollo sostenible desarrollado por Brundtland, e implica la posibilidad de construir, dentro de la UTN, una política y una filosofía de corte esencialmente humanista, viendo las necesidades humanas bajo un carácter existencial dual, como lo hace Max-Neef et al. (1986), es decir, como carencia, pero también como potencia y como motor de acción.

Esta perspectiva apunta a la ecología profunda que busca dar cuenta de las causas culturales subyacentes a la crisis ambiental, analizando los supuestos metafísicos, los sistemas políticos, los estilos de vida y los valores éticos de la sociedad, de forma más ecofilosófica que científico-ecológica (Elizalde, 2009), permitiendo transmitir una visión biocentrista y mayormente sistémica.

Lo anteriormente expuesto, se relaciona, además, con la misma Hipótesis del Umbral expuesta por Max-Neef (1995) desde el Centro de Alternativas de Desarrollo. Según esta hipótesis, “en toda sociedad parece haber un periodo en el que el crecimiento económico, convencionalmente entendido y medido, conlleva un mejoramiento de la calidad de vida hasta un punto determinado, el punto umbral, cruzado el cual, si hay más crecimiento económico, se comienza a deteriorar la calidad de vida”. Este es el motivo por el cual, “todo crecimiento cuantitativo debería derivar en un desarrollo cualitativo”, contradiciendo así el crecimiento económico infinito que se define como parte del problema que aborda el CEDS.